Paula y José Luis Daza hablan de cómo los afectó la pandemia y recuerdan episodios de su infancia
“Pareceré sesgado, la subsecretaria de Salud es mi hermana. Pero hubo preparación de equipo (para la pandemia), trabajaron como ningún país”, dice el economista José Luis Daza.
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“¡Hola Jose!”, saluda emocionada la subsecretaria de Salud Pública Paula Daza a su hermano quien recién se conectaba a la sesión de Meet. Son las 5 de la tarde de un martes, en Chile. En Nueva York, donde vive el economista José Luis Daza hace casi 30 años, son las 4. Ella viene llegando de Maipú, donde estuvo junto a las cuadrillas sanitarias que hacen promoción de salud. El, recién terminaba su trote diario. Ella viste un chaleco azul y está en su oficina en Enrique Mac Iver, él en su casa en Greenwich, Connecticut. Aunque los Daza suelen “encontrarse” en un Zoom que realizan regularmente y tienen un chat en el que se comunican a diario, no se han visto desde diciembre del 2019, cuando el economista de la Universidad de Chile y doctorado en la Universidad de Georgetown, viajó desde Estados Unidos a Santiago.
Tienen un año y medio de diferencia (60 Paula, 62 José Luis), son los hijos del medio de Carmen Narbona y de Pedro Daza, un reconocido diplomático (murió en 2005). Los dos hermanos mayores los superan por 6 años, y la menor, la periodista Loreto Daza, les resta 5.
Pedro Daza, masón y radical, fue embajador en Venezuela, Uruguay y el último chileno en desempeñarse en ese cargo en Bolivia. Por el trabajo del patriarca, vivieron gran parte de su vida fuera de Chile. Por la pantalla, José Luis y Paula, cuentan que fueron muy cercanos durante su infancia.
“Cuando chicos vivimos en Uruguay nos tocó hacer muchas cosas juntos. Por ejemplo, desde que teníamos 5 y 6 años, nos mandaban a los dos solos los veranos a Chile. Nos metían en un avión y nos embarcaban. En esa época, volar era diferente a lo que es ahora. Y ese tipo de detalles, de chiquito te une mucho”, relata el economista, fundador de QFR Capital Management y consejero de Libertad y Desarrollo.
Eso sí, tenían diferencias notorias en cuanto a su rigurosidad académica, cuentan. “A nosotros nos tocó hacer muchas cosas juntos y eso nos marcó y nos unió muchísimo. Yo era muy estudiosa, muy matea. Jose era todo lo contrario. Estudiaba re poco, pero le iba increíble. Incluso lo adelantaron de curso un año. Y siempre era muy revoltoso. Entonces cuando yo entraba a una nueva clase, los profesores me preguntaban los apellidos y al escucharlo, decían: ‘¡No, otro Daza, no!’”.
-¿Hay algo que marcó su formación en la casa? Todos son profesionales destacados…
-JL: Nuestra familia tiene un sello muy marcado producto de nuestros dos padres, que temperamentalmente eran dos personas muy diferentes. Ambos son muy representantes de la clase media chilena y cada uno en su forma, nos dejaron cosas muy valiosas. Mi papá era una persona increíblemente liberal, increíblemente tolerante, alguien que siempre nos inculcó las ideas y los valores, no a través de las palabras, sino, a través de las acciones. Era un amante de la vida, una persona muy sensual, desde el punto de vista de los sentidos: le fascinaba la música, los olores, le gustaba la ropa de colores, y se llevaba bien con todo el mundo.
“Y así –retoma– el ambiente de la casa era de una enorme actividad intelectual. Por mi mamá y mi papá. Mi mamá tiene una personalidad muy fuerte. Te diría que bastante menos tolerante que mi papá. Para ella ser flojo es el peor pecado. Nos educaron en un ambiente de estudio, trabajo y esfuerzo. Y tolerancia”.
-P: En nuestra casa habían pocas reglas, nos dejaban bastante libres, pero nuestra mamá decía que no se transaba estudiar.
-JL: La Paula se lo tomó a pecho toda su vida, desde chiquita, en todo sentido. Me acuerdo que para las pascuas, cuando venía el conejo a repartir huevos de chocolate, se levantaba a las 5 am, revisaba el jardín y les decía a mis padres que el conejo no había llegado. Otras veces ponía el despertador para estudiar de madrugada, y mi padre se lo tenía que apagar”. (Ambos ríen).
-P: A mi y a Jose nos metieron a clases de francés. José Luis se iba a tontear por el barrio, en Montevideo. y después él me decía préstame el cuaderno. Él se sacaba un 7 y yo un 6.
-JL: No, no era así, no era así (ríe).
“Se preparó toda su vida”
Al cumplir 18, Paula entró a Medicina en la Chile, y cuando al padre lo nombraron embajador en la OEA, ella se quedó acá. José Luis se doctoró en Georgetown y nunca más volvió a Chile. Hoy vive en Nueva York.
La incursión de Paula Daza en el mundo público ocurrió en 2013, para las primarias presidenciales entre Andrés Allamand y Pablo Longueira. Ella asesoraba al primero. “Ahí me ayudó Emilio Santelices. Después seguí trabajando con Evelyn Matthei, y bueno, nos fue mal. Emilio luego trabajó en el programa del Presidente Piñera y trabajamos juntos ahí. Cuando me ofrece el puesto, conversé con mi familia y todos me animaron a aceptar: era un desafío muy bonito. Y bueno, aquí estoy”.
Su hermano se suma a la conversación. “Ella en cierta medida toda su vida se ha preparado para algo así. Cuando se graduó de Medicina, estaba casada, tenía un hijo y a su esposo lo mandan a estudiar cardiología a Leeds en el norte de Inglaterra. Ahí Paula no podía trabajar. Yo vivía en Washington en ese momento y la fui a visitar. Lo que hizo fue averiguar qué clases podía tomar, porque el estado de bienestar ofrecía cursos de cocina, computación, de costura, y se metió en todo lo que pudo. Y se hizo amiga de toda la generación punk de ese momento que estaba en contra de la idea. Esos eran los amigos de Paula. Los otros, era un grupo de indios sij, que le habían arreglado el auto y eran sus amigos íntimos porque no conocíamos mucha gente.
En ese periodo, agrega José Luis Daza, la subsecretaria quiso ampliar sus conocimientos en Economía. “Entonces le dije que compre el clásico libro de introducción a la Economía, el de Samuelson, de 500 páginas. Paula lo leyó entero, y de forma increíble, hizo algo que yo nunca he visto hacer, ni hice jamás: desarrolló todos los ejercicios que había en el texto”, recuerda. Ella en silencio, y con algo de pudor, lo mira mientras habla. “Eso te demuestra que ella está siempre tratando, siempre buscando. Es un modelo para los demás en la familia que somos todos más flojos”, bromea el economista.
El economista y la doctora
Tanto Economía como Salud, son, por así decirlo, las áreas más desafiadas de la pandemia. José Luis Daza desde el principio le manda WhatsApp de apoyo a la subsecretaria. Y cuando se agudizó la crisis en Chile le ofreció acompañarla. Ella lo agradeció pero dijo que no era necesario.
-¿Qué consejos le da un economista a su hermana subsecretaria de Salud?
-P: No hay dos puntos de vista distintos entre doctores y economistas. Con José Luis compartíamos mucha información y sobre todo de lo que estaba pasando afuera, en Europa…
-JL: La economía no es más que las personas llevando a cabo su vida para poder subsistir, para poder generar ingresos y vivir. Y en ese sentido, la salud es esencial. Si tú no tienes controlado el problema de salud, no vas a tener una solución económica, sobre todo en un proceso muy explosivo y no lineal como este. Y, desde el punto de vista mío, por diferentes razones de mi trabajo, es muy importante entender lo que está pasando en distintas partes del mundo. Hay una gran cantidad de pseudo conocimiento, de estrategias que la gente promulga de manera muy enfática, en circunstancias que los conocimientos que tenemos son bastante limitados, entonces tener conciencia de qué es lo que no sabemos es parte importante.
-P: Lo más importante en esta pandemia, como dice José Luis, es que hemos ido aprendiendo muchísimo en muy poco tiempo. Hay que pensar que hace 6 meses no teníamos idea de este virus, y hoy tenemos muchísima más información,. Uno ve lo que está haciendo Europa y son muy parecidas a las medidas que estamos haciendo aquí.
-¿Cómo se preparan para la segunda ola?
-JL: Cuando ves los números de España, Italia, Francia, son extraordinarios los niveles de contagio. Mucho más altos de lo que fue en el peak de la primera ola. Lo que sí es notable, es que la mortalidad es mucho más baja. Ha caído en un 90% y el promedio de edad ha bajado en 20 años. Pero lo más notable, es que el virus es mucho más contagioso de lo que pensábamos al principio, es increíblemente contagioso, increíblemente explosivo, lo que está pasando hoy te dice muy poco de lo que puede pasar en unas semanas más. ¿Qué va a pasar en EEUU? Viene una elección presidencial. Va a ser muy interesante porque (Trump y Biden) no pueden ser dos personas más diferentes sobre cómo lo van a tratar. Pero las indicaciones son que en el primer trimestre del año que viene habría una vacuna, la gente está relativamente optimista con eso.
-P: En Chile la situación no ha sido muy distinta a otros países. Ahora tenemos mucho más información, estamos más preparados. Con respecto a las medidas, nos permite tomarlas con anterioridad. Hoy día, por ejemplo, estamos testeando entre 30 mil y 40 mil personas a diario. En el periodo más difícil, cuando teníamos 7 mil casos diarios, testeábamos 15 mil. Ahora, uno de cada tres que detectamos son asintomáticas y eso también es más complejo. Como decía José Luis, significa que hay muchos casos que no nos damos cuenta y que el virus es muy, muy contagioso.
Chile, bien evaluado
-JL: No hay ningún país ni cerca de lo que ha hecho Chile en términos de usar la infraestructura de salud y la preparación. Tal vez los casos más dramáticos, como Argentina, puede que sean a largo plazo un problema para Chile.
-¿Evalúa bien el manejo de la crisis?
-JL: Voy a parecer sesgado, la subsecretaria es mi hermana. Pero creo que hubo preparación de equipo, trabajaron como ningún país. Cuando ves el manejo de la logística y la centralización en la toma de decisiones: se tomó el control de todos los hospitales y se optimizó la asignación de recursos. No hay ningún país del nivel de ingresos de Chile que haya hecho tantos tests. La estrategia de cuarentenas dinámicas eran sumamente inteligente.
-Pero hay críticos…
-JL: Cuando tienes una situación explosiva, vas a probar algunas cosas. Hay una situación de trial and error y eso lo han manejado súper bien. Yo soy crítico de muchas cosas del Presidente Piñera, de muchas, pero hay gente en EEUU que me dice, “oye, ojalá que en EEUU hayamos tenido el manejo de Chile”.
-José Luis suele ser invitado a exponer en seminarios chilenos. ¿Le complica que critique a su gobierno?
-P: No, porque una de las cosas para las que nos educaron nuestros papás es ser libres, pero siempre con respeto y también con argumentos. Mi papá, siendo masón, me metió a un colegio Opus Dei porque los respetaba por su valor académico. Eso nos inculcaron.
-JL: El hecho de que fuimos un poco outsiders nos hizo no ser parte del “grupo in”, del grupo de amigos que creció juntos. Y eso nos llevó a no tener que preocuparnos si las ideas nuestras estaban de moda o no.
Aviones llenos, micros llenas
“En esta pandemia hemos aprendido la confianza de vivir en comunidad. Nosotros nos sentíamos muy autosuficientes y ahora aprendimos que lo que hacemos tiene un impacto en otras personas. Que salga o no salga tiene un impacto brutal en todas las personas. Hay que fortalecer esas estrategias. Y tenemos que aprender mucho de esta pandemia”, reflexiona Paula Daza al terminar la conversación.
Sobre ello, el economista añade que “para volver a la normalidad es indispensable tener algún tipo de control de vacunas. Al margen de lo que hagan los gobiernos. Al margen de que el gobierno te diga “puedes ir a los restaurantes”, si la gente no se siente confiada, no lo va a hacer. Los jóvenes sí, pero ya los mayores no.
-JL: La expectativa que yo tengo es que de aquí a unos 6 a 9 meses deberíamos tener una vacuna que haga que la economía ya se normalice. Hay sectores que van a quedar muy destruidos. El sector retail está muerto, muerto. Ya venía herido, y esto definitivamente lo mató.
-JL: De toda la especie animal, somos el grupo más social. Y una vez que pase esta pandemia los aviones van a estar llenos, las micros van a estar llenas, y depende de cuándo llegue la vacuna y de cuándo nos sintamos cómodos, volveremos a la normalidad. Calculo que en 2 a 3 años.
-¿Cuándo se verán de nuevo?
-P: ¿Vas a venir Jose?
-JL: Pienso ir en diciembre. Quiero ir a la graduación de mi hijo Benjamín.
-P: Ojalá que sea presencial…